lunes, 6 de agosto de 2012

Noche de infarto

El coche ha escogido el peor momento para estropearse, en plena noche y en mitad del bosque que debo cruzar para llegar a casa. Debería haberme acompañado Mike; ahora estoy aquí, perdida en un bosque tenebroso iluminado sólo por la luna llena, después de tropezar varias veces y desgarrar mi precioso vestido con la ayuda de esas ramas que parecen querer arrastrarte a un lugar más inhóspito aún.
Hace rato escucho ruidos y tengo la sensación de que alguien me sigue. Tengo miedo. Procuro pensar que son los animales, o es el propio miedo el que me aterra, pero esta opresión en mi pecho se niega a creerlo. Está más cerca. Presa del pánico comienzo a correr cual caballo desbocado, desorientada, ansiosa, sin percatarme de que me estoy adentrando más en el frondoso bosque y lo que sea que me acecha, me seguirá hasta el mismísimo infierno.

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